Hotel Rural Las Montañas de Pumar

Encontramos el hotel por casualidad y ha sido un gran descubrimiento. Perdido en plena naturaleza, con un montón de actividades y rutas para hacer. El trato excelente por todos!! También Pastor (un perro gigante pero muuuy mimoso que está allí todo el día incluso te acompaña de ruta). Hay aparcamiento allí mismo. No hay nada alrededor aunque en el propio hotel tienes bar y restaurante.El desayuno muy variado. Sin duda, repetiremos muchas veces más.

Tendo jantado em Cangas del Narcea, o hotel está praticamente (como é referido), isolado de basicamente tudo, sendo as estradas de acesso (e na altura que fomos só era possível ir desde Cangas, pois as restantes estradas estavam cortadas), bastante exigentes. As estradas por melhor que se façam de manhã, são bastante exigentes e exaustivas em todo o seu precurso, sendo que nos últimos 5 quilómetros de caminho, a estrada está em péssimas condições (terra batida) com íngremes subidas, muita pedra e muito estreitas (a maior parte da estrada não permite o cruzamento de carros). O acesso é por si só difícil (principalmente de noite), sendo que haviam carros com pneus furados e para choques partidos no estacionamento. O hotel em si é agradável, estando no fundo dum vale, com uma incrível paisagem e bom ambiente de natureza. A limpeza dos quartos deixa imenso a desejar, sendo que eu tinha inclusive sangue e sujidade nos lençóis. Pelo preço acho que o acesso por si só deixa mesmo imenso a desejar e não voltaria mesmo que me fosse oferecido (o acesso é verdadeiramente horrível).

Gente encantadora te hacen sentir como en casa.Atentos, serviciales y muy cercanos.Sitio idílico rodeado de naturaleza.Buena gastronomía y desayunos muy completos y variados.Habitaciones cálidas y confortables.

Un lugar espectacular en plena naturaleza, y súper recomendable. Ideal para desconectar y realizar actividades múltiples como rutas a caballo desde el mismo hotel, senderismo, rutas 4x4, o simplemente bañarse en el río o en una piscina de agua del manantial. Además tienen bicis de montaña a disposición de los clientes. Sus dueños Manuel y David, junto con Stephanie y el resto del staff, siempre pendientes de lo que puedas necesitar, hacen que te sientas mejor que en casa. La cocina insuperable, postres variados y deliciosos y cocina casera asturiana. El silencio del entorno, sólo interrumpido por el sonido del agua del río y de los pájaros, hacen que el descanso sea total. Sin duda volveremos.