Dextrosa
August 3, 2022
Hemos pasado seis noches en este hotel rural y no podemos alegrarnos más de nuestra elección. Nos hemos sentido como si hubiéramos estado en casa de unos amigos, no en un hotel, y así se lo hicimos saber a los dueños. Para empezar la casa está en un lugar lo suficientemente aislado como para descansar y desconectar del todo, pero a la vez bien comunicada de municipios que tienen de todo. Por suerte todos los huéspedes con los que coincidimos fueron respetuosos y como tarde a las once de las noche ya no se oía nada, también sus grandes muros de piedra tienen que ver. Temperatura excelente en la habitación sin necesidad de ningún aparato, dormíamos con un edredón y era un gusto hacerlo sabiendo que había zonas de España a más de 40 grados. Nuestra habitación amplia, con zona de estar, televisión con Netflix y baño igual de amplio. Vistas muy bonitas, colchón muy cómodo. Los anfitriones, Ravi y Ragga, maravillosos. Nos preguntaban cada día por nuestros planes, lo que íbamos a hacer al día siguiente, se preocuparon todos los días por si yo había encontrado un sitio para comer (soy vegetariana)... Un gusto y se nota que no lo hacían por compromiso, sino por verdadero interés. Los desayunos completísimos: zumos naturales, mermeladas caseras, pan de pueblo, bizcocho, tortilla, fiambre, fruta, leche vegetal (en mi caso, avena). Las cenas muy bien también, cenamos allí cuatro noches, una de las veces me hicieron una pasta con hortalizas fuera de la carta. No es muy extensa, pero suficiente. Si prefieres cenar, cerca está Lourenzá y Mondoñedo. Admiten animales, aunque nosotros finalmente fuimos sin nuestra perrita, pero se nota que les gustan mucho, tienen allí a su gata Mao y a un perrito del vecino que es un amor. Gente concienciada con el uso del agua y con huerto propio. En fin, hemos estado de maravilla. Nos encantaría volver, ha sido una estancia para repetir. Gracias Ravi y Ragga.
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